Aprenda cómo desenmascarar a un mentiroso.

Yo miento, tu mientes, nosotros mentimos. Nadie está exento de mentir. Sean mentiras banales o mentiras respecto a las propias capacidades, credenciales académicas y profesionales toda persona ha incurrido en algún tipo de «deformación de la verdad» en algún momento de la vida.

Cómo psicólogo he tenido que responder innumerables veces a la pregunta: «¿Tu puedes saber si alguien miente?» .

Esta pregunta es recurrente en las conversaciones cotidianas, reuniones sociales o simples encuentros entre amigos. También, fue una pregunta que mis estudiantes de psicología formulaban frecuentemente. Siempre respondí que la función del psicólogo no es «la cacería de mentiras» pues es más interesante saber cuál es la función social de la mentira en las relaciones de poder. Los estudiantes no quedaban satisfechos.

El interés de los futuros psicólogos y psicólogas aumentaba cuando analizábamos el uso y límites del polígrafo o «Detector de mentiras». Cuando concluíamos aquel que no es un instrumento preciso y que su uso es éticamente reprochable, se sentían desmotivados.

El interés de los estudiantes de psicología aumentaba cuando analizábamos el uso y límites del polígrafo o «Detector de mentiras».

Con el tiempo he encontrado que muchas disciplinas se han ocupado de estudiar el fenómeno de la mentira y cómo detectarla: geneagogía (estudio de los grupos) , sinergología ( análisis de las conductas no verbales), criminalística (análisis de las conductas criminales) han ofrecido respuestas que resultan igualmente importantes, pertinentes y complementarias a lo que la psicología afirma. La respuesta a cómo detectar mentiras es más compleja de lo que pensamos.

Detector de mentiras.

Annabelle Boyer, en su libro, Detector de mentiras, aborda el tema de cómo identificar a alguien que está mintiendo. Su postulado básico es: Quien miente no puede articular su lenguaje verbal con su lenguaje corporal.

¿Por qué el mentiroso no puede lenguaje verbal y corporal?

Cuando una persona dice la verdad, construye una versión de la realidad que es verdadera para sí mismo. Para narrar esta versión de la realidad, el sujeto se apoya en sus recuerdos: colores, sabores, tacto, movimientos, sonidos, imágenes , símbolos y palabras (verbalizadas o escritas).

Quien miente, privilegia la narración verbal, racional (lógica) de la situación ficticia que está armando, pero lo logra articular los demás elementos de la memoria afectiva y corporal. Ese desfase que hay entre el recuerdo vivido y el recuerdo inventado se evidencia cierta desconexión entre los gestos (lenguaje corporal) y las emociones que se narran. De este modo, el interlocutor, es decir, quien escucha a alguien que miente, observa que los gestos son emitidos con menos intensidad que lo que se reporte en la narración verbal de un hecho. Esto se percibe como una distorsión entre lo que la persona dice y lo que la persona hace.

El lenguaje corporal desenmascara a un mentiroso

¿Quiere desenmascarar a un mentiroso?

Haga preguntas que el ‘mentiroso’ no espera. La sinergología indica que una persona que miente tendrá dificultades para integrar nueva información a un relato que no es verídico. Si usted hace preguntas inesperadas, el mentiroso tendrá que esforzarse mentalmente para generar una respuesta acorde con la versión distorsionada que está dando. En esos instantes, las emociones y el cuerpo estarán momentáneamente desconectados. Usted observará cómo el mentiroso, levanta la mirada y mientras el resto del cuerpo da la impresión de estar en un tenso reposo.

Ponga en evidencia el desfase entre los gestos y la narración de un hecho.

Es fácil de entender. Si una narración es verdadera, no hay un desfase entre lo que se dice y los gestos que acompañan la historia. Si usted identifica ese quiebre entre lo que se dice y lo que se hace y lo hace notar, el mentiroso percibirá que su versión son es confiable. En consecuencia, quien miente se esforzará por agregar más elementos a su relato y aumentará la fractura entre el decir y el actuar.

La mirada delatadora.

Según el libro que cito en esta nota, una mirada mantenida del mentiroso a su interlocutor evidencia el deseo implícito por intimidarlo y controlarlo. Por el contrario, en una conversación espontánea y verdadera, la mirada toma diferentes rumbos, se fija en el interlocutor pero también puede posarse en otros objetos. La mirada cotidiana no es fija y eso es señal de empatía.

Una sonrisa vale más que mil palabras.

Cuando una persona sonríe genuinamente, se contraen los músculos laterales de los ojos. Esta activación es involuntaria. Así aparecen unas ligeras arrugas que, con los años, dan origen a las llamadas «patas de gallina». Si la sonrisa es tramposa e hipócrita, esos músculos no se activan y por ello se tiene la impresión de una sonrisa tensa, postiza o fingida.

Errores que el tiempo no perdona.

Suele ser el factor clave para identificar a un mentiroso: inconsistencias en la línea de tiempo. Quien miente, está tan interesado en sonar convincente que descuida elementos importantes de la secuencia de sucesos.

Identificar a alguien mentiroso ha sido una obsesión desde que el No mentirás fue proclamado como un acuerdo moral en el Viejo testamento y sigue así de vigente hasta nuestros días. Desenmascarar a los mentirosos es una tarea del reclutador de personas, del fiscal en los juicios, del evaluador en las escuelas. Seguramente habrá más formas de identificar a alguien que miente. Si desea compartir sus opiniones o más literatura al respecto, no dude en escribirme.

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