Auxilio: ¿Qué hago durante la cuarentena con mis hijos pequeños en casa?

La cuarentena obligatoria para combatir el virus COVID 19, hace que los padres de todo el planeta tengan una dedicación de tiempo completo a sus hijos. Leo en todas las redes los gritos de auxilio de padres y madres en teletrabajo o no, que ven agotada su creatividad para el juego; hombres y mujeres desbordados por la energía de sus hijos, especialmente cuando los niños son menores a 5 años. Estas dificultades no hacen diferencias de género, credo, raza o nivel socioeconómico.

Un amigo me dice que: “en este tiempo, los padres y los hijos finalmente se ponen de acuerdo en algo: unos y otros extrañan a las profesoras”

Vivo fuera de mi país de origen y son tantos mis amigos y conocidos repartidos por todos los rincones del planeta que me han escrito pidiendo auxilio que no puedo dejar de ayudarlos a través de este blog. A partir de hoy, porque también estoy en cuarentena, desarrollaré siete publicaciones que se relacionan con este tema.

Para iniciar, les propongo tres pilares para que puedan enfrentar este desafío de pasar la cuarentena en casa. En las publicaciones que vendrán, daré técnicas más concretas, pero por ahora, debemos tener en claro lo siguiente

Confíe en la inteligencia de nuestra especie.

Hemos evolucionado por miles de años y para adaptarnos a las condiciones cambiantes de este planeta. Hemos soportado como especie un sinnúmero de pruebas y amenazas de todo tipo; incluidas otras epidemias.

Más allá de las fortalezas de cada uno como individuo, lo que nos ha hecho fuertes es estar en grupo. Estamos diseñados para estar juntos. La cuarentena nos exige una mayor distancia física con los desconocidos y mucha proximidad con los conocidos. Sería más fácil pasar por este desafío si no tuviéramos que tomar distancia física. Pero justamente por eso es difícil: nos cuesta estar separados.

El cuidado de los más débiles es distintivo de nuestra especie. Sabemos cómo distribuir las tareas y producir un ambiente de seguridad. Estar en la manada hace que los niños se sientan protegidos, seguros, cuidados. Para ello unos de nuestro grupo buscan la comida y la preparan mientras otros se dedican a las tareas de cuidado y protección. Cuando un niño o niña percibe seguridad, protección y cuidado, responde con juegos, caricias, ternura, paciencia, entendimiento; son señales para saber que están cómodos y bien integrados al grupo. Por el contrario, un ambiente adverso, individualista, tenso, genera niños y niñas reactivos, ansiosos y estresados. Señales de alerta que produce un niño o niña que se siente vulnerable en casa: silencio, ensimismamiento, lloriqueos, pataletas, rabietas, entre otras.

Dejen que su instinto de papá y mamá emerja. Obsérvense conscientemente en sus gestos cotidianos y entiendan desde la razón algo que pasa natural y espontáneamente entre usted y sus hijos: usted es capaz de hacer por sus hijos lo que nadie más haría.  Y si eso es así, usted tiene todo para enfrentar el cansancio y la confusión. ¿Qué puede hacer usted que nadie más haría por sus hijos? Con toda seguridad, el listado sería inmenso. Los padres y madres responderían que darían la vida por sus hijos, que harían todo para que estén bien.

De hecho, sobrellevar una cuarentena con ellos es ya un acto que solo ustedes hacen por sus hijos. Yo quiero resaltar un aspecto esencial: usted como papá y mamá tienen tiempo para ellos.  Pasar tiempo con ellos es permitirles el mayor disfrute posible a lo largo del día. Es disfrutar el proceso de la alimentación y degustar los sabores y los olores de la comida casera. Es tener mucho contacto en abrazos y caricias a lo largo del día. Es tener tiempo para observarlos y que ellos se sientan observados. Déjelos jugar. Solo mírelos y hágales sentir que usted está ahí pero no interfiere. Acompáñelos a descubrir los aspectos de su propia casa que pasan desapercibidos. Anímelos a explorar. Fortalezca el vínculo de confianza. No sea acaparador del tiempo y energía de los niños. Permítales el ocio y el aburrimiento. Un niño aburrido va a buscar la manera de divertirse, de jugar y ahí está el motor de la creatividad y de la inventiva.

Haga que las actividades manuales estén vinculadas a cuentos y narraciones que transmitan valores familiares

Vuelva a los relatos, cuente historias.

Un científico social que investigaba los problemas del desarrollo en comunidades muy pobres de las islas del pacífico, encontró que los niños de unas islas tenían mayor capacidad que otros niños para soportar las pruebas, enfrentar los problemas, generar soluciones y continuar con su vida: A eso lo llamo ser resiliente.

El científico quiso comprender cómo se formaba a una persona resiliente. Entonces comparó las comunidades étnicas tanto de los niños resilientes como aquellos que, habiendo pasado por situaciones similares de hambre, sufrimiento, pobreza, permanecían tristes, afligidos y apesadumbrados. En sus investigaciones encontró que los niños resilientes hacían parte de comunidades que se reunían para conversar sobre los problemas que los adultos habían enfrentado en el pasado. En los relatos, los mayores hablaban de las dificultades y daban elementos para entender los problemas. Pero no se quedaban solo allí. Los padres y madres de estos niños, los abuelos y familiares cercanos narraban con impresionante detalle el modo como ellos habían resuelto las dificultades.

Esa era la clave. Ese es el relato resiliente. Los niños aprenden que las pruebas y dificultades hacen parte de la vida humana. Pero al mismo tiempo, aprenden que los humanos tenemos las competencias para resolver las crisis a favor del bienestar de la especie. Si usted tuvo esa experiencia en su niñez, usted sabe de qué estoy hablando. Por eso nuestros padres y abuelos son inmejorables. Porque sus historias eran verdaderas, creíbles y ejemplares. Cuanta admiración tenemos por ellos.

¿Cómo generar esos relatos resilientes en casa? Quizá ver las fotos del álbum familiar puedan darles ideas. Hablar de algún familiar que los niños conocen, mostrar sus fotos y contar las dificultades que enfrentó y cómo las resolvió. Usar adjetivos favorables para describir a las personas del grupo familiar, de la manada, es importante: ¡mi tía fue audaz cuando tenía su empresa al borde de la quiebra!, ¡El abuelo era creativo y persistente en todo lo que se proponía!, ¡La abuelita fue generosa y desinteresada! Este tipo de frases le indican a los niños el linaje al que pertenecen: Habla bien de tu manada, ellos hacen parte de los tuyos y querrán identificarse con el gran grupo.

Sean creadores de símbolos.

Este es el momento en que se implantan los símbolos que identificarán a tu familia por muchos años. ¿Puedes recordar la emoción de esa comida que solo tu abuelita sabe preparar?, ¿Recuerdas el abrigo del abrazo de tu abuelito?, ¿Qué sientes cuando huele a las noches de chimenea o fogata en familia?, ¿Cómo te sientes cuando vuelves a ver tus vestidos favoritos en las fotos de años pasados? En realidad, lo que te produce sensaciones agradables no es un color, un olor o un sabor en particular. Es la emoción que está atada a esa sensación. Esta cuarentena es un tiempo privilegiado para dotar de significados las cosas más simples del día a día. Que los olores de la comida, las textura de las cosas, los colores de nuestra casa, los sonidos, se aten a la seguridad de estar en familia. Que no importe el día ni el lugar en el que tus hijos vuelvan a escuchar cierta música o probar un plato específico de comida, ellos puedan decir: cuánto me amaban papá y mamá. Que eso futuros adultos puedan decir sin equivocarse: No debíamos salir, pero tampoco queríamos hacerlo porque estábamos seguros.

Si tiene algun pregunta sobre los temas que desarrollo escríbame. Prometo responder sus dudas y acompañarlos en este proceso.

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